miércoles, 5 de octubre de 2016

24/VII/2016 - Covarrubias III


Ese mismo día por la tarde y como colofón a todos los actos conmemorativos, se celebraba cerca de allí el 50 aniversario del estreno de “El Bueno, el Feo, y el Malo”, de Sergio Leone. Aproximadamente, los últimos 40’ del film están rodados allí, en la provincia de Burgos. Del puente poco o nada queda ya que la trama de la historia exigía que fuera dinamitado. Pero el cementerio de ‘Sad Hill’, esa es otra historia. El guión no contemplaba para él ningún final violento y allí se quedó, solo, sin viudas, sin visitas, pues sus muertos no eran de este mundo.

Así, transcurrieron los años, hasta que un grupo de soñadores, (la Asociación Cultural Sad Hill) decidieron una buena noche buscar aquel legendario lugar. El recuerdo del rodaje aún estaba vivo entre los vecinos que participaron de aquella experiencia cuando eran jóvenes. Gracias a sus testimonios no fue difícil localizar el lugar. El paso del tiempo, la vegetación, lo habían ocultado en parte pero no lo habían borrado, incluso lo habían mejorado: ahora todas las tumbas están cuajadas de flores silvestres y aromáticas. Hay que estar allí para ser consciente del enorme trabajo que supuso su construcción, y su actual recuperación.
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Parece ser que todos aquellos decorados, tanto el puente a dinamitar, como el cementerio, los construyó el ejército español, en uno de esos gestos del régimen franquista para abrirse al mundo. Por suerte para todos nosotros, el equipo de Sergio Leone descubrió este paraje tan especial entre Contreras y Santo Domingo de Silos. Y allí, justo allí, en el recién desenterrado cementerio de ‘Sad Hill’ se celebraría el multitudinario aniversario.

Lo que allí ocurrió es muy difícil de explicar. Hasta llegar a ese momento se habían desarrollado conferencias, congresos, proyecciones, y todo tipo de actividades acerca del cine, el western, la arquitectura efímera y mucho más...

Cuando Álvaro nos dejó de nuevo en Covarrubias corrimos a descalzar la caravana y a prepararlo todo para salir prestos hacia Contreras, de donde parte la pista forestal que lleva hasta ‘Sad Hill’. También se puede llegar desde Santo Domingo de Silos, pero esa carretera es más complicada si vas con una caravana.

Ya en el mismo Contreras, el tráfico se hizo lento y polvoriento. Aún faltaban unos tres kilómetros hasta llegar al cementerio y el camino no podía estar más lleno de vehículos: la gente respondía a la llamada, y ¡de qué manera!

El acceso al recinto estaba perfectamente dirigido por Protección Civil que hizo un trabajo tan amable como increíble. Aparcamos donde los árboles nos lo permitieron y fuimos a reconocer el terreno. Cualquier cosa que os contemos se quedará corta, ese lugar tiene un algo especial y la película no ha hecho más que acentuarlo.


Si observáis con atención, al fondo se puede divisar nuestra diligencia 

Las celebraciones comenzaron con un concierto de la Banda Municipal de Salas de los Infantes. Como no podía ser de otra manera, el repertorio consistió en perlas de las bandas sonoras de los westerns más populares. Tocaron en el centro del empedrado. El vídeo no tiene mucha calidad pero os dará una idea del lugar. Los miembros de la banda iban ataviados para la ocasión, así cómo gran parte del público asistente. Nosotros nos animamos e hicimos lo que pudimos con lo que teníamos en la caravana.

Después del concierto, unos actores procedieron a la recreación de la escena final, la escena del cementerio. Todo aquello no podía estar hecho con más cariño, y así lo sintieron las cuatro mil personas que acudieron a la cita. Después, y por si fuera poco, en una campa aledaña se instaló una pantalla gigante donde se proyectaría “El Bueno, el Feo, y el Malo”. Pero antes de la proyección, y como un regalo inesperado, apareció de repente en la pantalla el gran Ennio Morricone. Por motivos de salud, el hombre no se pudo acercar para la ocasión, pero envío un emotivo mensaje. Después de esta sorpresa, apareció en pantalla James Hetfield, cantante de ‘Metallica’, que también se sumaba a la celebración. Y por fin, apareció quién todos esperábamos, ¡el mismísimo Clint Eastwood!


La campa entera se vino arriba, la emoción se paladeaba y todo estaba ya dispuesto para la proyección. Como sabéis, es una película larga, unos 150’. Allí había público de todas las edades, desde niños hasta personas muy mayores. La noche fue fría y de allí apenas se movió nadie hasta que la película terminó con una gran ovación. ¡Una noche mágica, inolvidable!

Resulta increíble cómo el recuerdo de una ficción ha llegado ha convertirse en algo real, en algo que supera todos los límites de una pantalla de cine.

Se comenta que, cuando mueres, pasa ante tus ojos la película de tu vida. Los que tuvimos la inmensa fortuna de estar allí aquella velada, ahora tenemos dos.

Esto ya no se puede parar...

(Continuará...)

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